A cada uno nos tocó una realidad distinta, algunos tenían una situación económica más holgada que otros pero a la hora de jugar eso no importaba, todos éramos iguales.
Hoy vemos cómo todo cambió, son tiempos donde las diferencias son marcadas, los que tienen y los que no tienen, viven en zonas distintas, unos van a escuelas públicas otros a privadas y, como si se tratara de especies distintas, no se mezclan.
El que cada grupo enfrente un entorno no ayuda en nada. Los niños y los jóvenes ven cómo la corrupción es un estilo de vida que beneficia a quienes la practican, la violencia es algo natural, vemos cómo series o programas de televisión donde personajes como Pablo Escobar o la Reina del Sur se presentan como una alternativa para quienes su posibilidades de tener un futuro es escaso o nulo.
Algunos tomarán estos comentarios como exagerados, pero veamos cuál es el mensaje a esa juventud: Es mejor lo mucho que puedas lograr en poco tiempo sin importar las consecuencias, hablar de valores nos hace sentir como seres prehistóricos con un lenguaje indescifrable.
No se trata de implantar la censura para limitar los contenidos, quienes producen este tipo de programas alimentan esa forma de vida para quienes el futuro no tiene sentido. Mientras el señor rating lo determine, estos programas se seguirán transmitiendo.
Pero sería irresponsable atribuirle a este tipo de programas el incremento de los jóvenes que son enrolados por la delincuencia, los gobiernos tienen gran parte de culpa al no ofrecer opciones para tener un futuro, al no promover el estudio, al dejar que la marginación y la falta de un trabajo digno convierta el futuro en una especie de lotería.
Para combatir los grandes males primero hay que erradicar el hambre y la marginación, no es aceptable que los gobiernos hablen de macro economía, de desarrollo mientras en las noches muchos connacionales se van a dormir con hambre, mientras no sepamos solucionar lo básico estaremos condenando a generaciones a un no futuro.
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