Yo, orgullosamente hispana y comunicadora, de raíces bien fundamentadas y constituidas en el respeto, la libertad, también soy ciudadana americana por elección.
Ayer como americana, como hispana, como ser humano, me sentí impotente.
Aquí la historia:
Resulta que al llegar a mi casa, estacioné sin ninguna mala intención, en el parqueadero de mi vecino, sin darme cuenta, al no visualizar que el parqueo decía “Apartament 24” y no “Guest”.
En la mañana, encontré una nota de mi vecino/a del #24 con el siguiente mensaje:
“Good Morning,
Please respect. There you are parked belong to a owner. Exist “GUEST” parking for “GUEST”.
Because your actitud this is why in this country hate “US” hispanic peaple.
Thank you, Argentino/Patagonia (haciendo referencia al sticker que tengo pegado en mi auto de la Ruta 40 de la Patagonia Argentina)”.
Más allá de mi error por despiste (que lo resuelvo con unas disculpas y una caja de galletas), me dolió la discriminación y el alto contenido de agresividad de la nota, porque soy hispana, pero… también soy americana. Además, los errores gramaticales escritos en inglés, denota que mi vecino/a es hispano/a.
La gravedad de la situación es el “odio a los hispanos” explícito que genera… un simple error de ¿estacionarse en otro lugar?.
Ayer, fue la primera vez que me sentí “ciudadana americana”, pero por ¿orgullo genuino? o por ¿necesidad de no sentirme discriminada?, ¿soy ciudadana de segunda categoría por ser hispana?.
Estas preguntas nos las hacemos a diario, al escuchar las declaraciones en contra de nuestra comunidad del candidato presidencial Donald Trump, que a su vez se contradice permanentemente.
Sin ir más lejos, ayer el Senador Marco Rubio (hispano, nacido en Cuba) anunció su alianza con Trump, para trabajar en forma conjunta captando el voto hispano. Esto se dio a conocer, luego de que en el último sondeo arrojó 4 puntos de ventaja de Clinton sobre Trump.
Con lo cual, no entiendo la intolerancia que genera ser hispano, la injusticia de no saber cómo defenderme, y si me conviene “tocarle la puerta a mi vecino, para pedirle disculpas, ¿con mi pasaporte americano o argentino?”.
Nunca entendí la discriminación, las etiquetas y el maltrato hacia los inmigrantes. Además Estados Unidos es un país que se forjó con el trabajo arduo de nuestra comunidad y de todos los inmigrantes del mundo entero.
Como ciudadana común, no encajo en esta discriminación que se ha instalado en nuestra sociedad, y me duele porque somos todos seres humanos de primera categoría.
Ahora, teniendo en cuenta la doble ciudadanía, me siento impotente frente a la justicia de este país. Me considero un ser humano común, con doble patria y una ciudadanía universal la de ser “humana”. Me siento impotente ante tanto analfabetismo e intolerancia social. Y como dice en la biblia, ante los ojos de Dios, todos somos iguales.
Comentarios
Al enviarles este mensaje por WhatsApp a mis amigos, recibí el apoyo de todos, pero me llamó la atención y la objetividad del mensaje de José Spataro, escritor de Telemundo, quien escribió y describió una triste realidad: “Los que venimos de países donde se sembró el odio y la división, sabemos lo peligroso que es cuando ese odio deja de estar sólo en las noticias y nos toca vivir personalmente la discriminación. Terrible señal".
Fuente: Pew Research Center
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