Según dicen los que saben uno estaría en la categoría X, una generación que le tocó la televisión en blanco y negro, con la que había que pararse para cambiar de canal, que escuchábamos con atención lo que los abuelos y nuestros padres contaban, en la mayoría de los casos bajo un régimen totalitario, militar, donde la palabra democracia solo se encontraba en el diccionario.
De repente esos regímenes caen y algo que se pedía a gritos se nos presenta, ahora tienen esa democracia tan anhelada, ¿y qué hacemos con ella?, pues festejamos, festejamos y seguimos festejando el logro obtenido pero no valorado.
Pero no nos dimos cuenta que hay un actor presente que cobra, y cobra caro, que es el tiempo, cuando lo vemos pasar nos damos cuenta que en este juego no siempre gana quien queremos, peor aún que el que ganó no hizo los que esperábamos y menos lo que prometió.
Cuál es nuestra X reacción, muy sencillo, la culpa la tiene otro, el imperialismo, los socialistas, los de derecha, los de izquierda, la corrupción, cuanto culpable podamos endosarle nuestros males.
Ahora, con más frecuencia, escuchamos decir que las nuevas generaciones van a ser el cambio, ellos vienen con otra visión, con otros bríos, realmente somos tan cínicos que lo que nosotros no hacemos se los heredamos a nuestros hijos.
Pero no solamente tiramos la mano y escondemos la piedra (es que todo lo hacemos al revés) sino qué ejemplo les damos a estos jóvenes, qué herramientas les proporcionamos, miedos, desidia, apatía, resignación.
No fue acaso nuestra intención darles lo que nosotros no tuvimos, facilitarles la vida para que tengan un mejor futuro, mostrarles el camino que deben seguir, no solamente nos estamos rindiendo ante la realidad que nosotros mismos construimos sino dejamos de ser un ejemplo para ellos.
Es decir que esta X generación, políticamente hablando,claro, es la que dejó de depender de sus padres para depender de sus hijos.
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