Esta escena la tengo siempre muy presente porque refleja, en el mundo de los negocios, parte de las bondades de ser pequeño, en los tiempos que vivimos saturados de información, donde se nos presentan iconos en la economía y los negocios, donde nos seducen con los beneficios del éxito. Para quienes resuelven el crucigrama de los negocios, la vida está llena de beneficios materiales que nos garantizan la felicidad.
A cada tanto salen nuevos conceptos, hoy vivimos el tiempo de los emprendedores, a través de los distintos medios se nos dice que ser un emprendedor es lo mejor que el individuo puede ser, este concepto se desarrolló en otra frontera bajo otras realidades, pero ahí vamos en busca del santo grial hasta que las tripas nos rugen y regresamos al carril que nos da el sustento del día a día que es una relación de dependencia, cumplir con horarios y cuotas, al final decepcionados y frustrados por nuestros fracasos.
¿Cuál es la respuesta a nuestras inquietudes? ¿realmente existe una guía al éxito? ¿que hicieron fulano o perengano para llegar a donde hoy están? Aunque, para ser sincero no tengo la respuesta porque de otra forma ya estaría disfrutando de las mieles del éxito en lugar de estar frente a un teclado escribiendo lo que pienso, no quiero dejar pasar la oportunidad para compartir lo que da vuelta en mis neuronas.
Hagamos un pequeño ejercicio, solo por un instante dejemos que nuestra imaginación intervenga, no pasa nada, no duele, empecemos.
Me encontré esta lámpara y descubrí que en ella hay un genio que nos va a conceder lo que le pidamos nada más que hay un pequeño detalle, debemos ser muy cuidadosos de lo que le pidamos porque después de tantos años de estar encerrado el mendigo genio desarrolló un peculiar sentido del humor, siempre va cumplir con lo que se le pida pero no necesariamente como nosotros lo esperamos.
¿Genio? Quiero dinero, mucho pero mucho dinero para que no tenga que trabajar, de repente nuestra casa se ve atiborrada de fajos de dinero, de pesos, de dólares, de euros, dinero en el piso, en la mesa, en el ropero, dentro de refrigerador, ¡guau! ¡Se nos cumplió! Ahora bien, cómo le explicamos a las autoridades hacendarias que de un día para otro salió esa fortuna, ¿acaso crees que se van a tragar el cuento del genio?, lo más seguro es que terminemos encerrados por enriquecimiento ilícito, se nos cumplió el deseo, obtuvimos todo el dinero que pudiera haber, claro, detrás de las rejas ya no es necesario trabajar.
¿Genio? Quiero ser un empresario exitoso, y se nos da, nos vemos envueltos en una serie de negocios que requieren de todo nuestro tiempo, hoy cerramos una transacción, mañana otra y de repente estamos en una sucesión de actividades que nos convertimos en una especie de rey Midas, pero para poder lograr todo eso nos vimos obligados a dejar los aspectos personales a un lado, fuimos una sombra en la vida de nuestra familia por estar tan dedicados a los negocios no fue posible darnos tiempo para estar con los nuestros.
Mmmm, ¿Genio? Quiero tener la capacidad de poder tomar las decisiones que me permitan hacer que mi negocio prospere, que pueda disfrutar con los míos de mis logros y estar satisfecho con mi trabajo. ¿Que paso Genio? Todo sigue igual, no me cumpliste mi deseo. El Genio hace su aparición y enfurecido nos dice “cómo te atreves a dudar de mí, lo que me pediste te lo cumplí, el problema es que eres un holgazán que no te das cuenta que lo que quieres está delante de ti y que solamente debes de tomarlo, tienes la capacidad de aprender, de corregir, de mejorar, de experimentar pero sin embargo quieres que las cosas se te den por arte de magia, estas lleno de miedos, de prejuicios que te llevan a no vivir sino a querer vivir la vida de otros pero sin pagar el precio que ellos pagaron y lo peor de todo es que es tanta tu mediocridad que te das el lujo de creer que existo”.
En fin, un relato duro pero que no escapa de nuestras realidades, entonces ¿por dónde empezar?, mi primer paso es dedicar un buen tiempo a poner en orden mis pensamientos y qué mejor forma de hacerlo que mediante la escritura, al momento que lo hacemos nos damos cuenta de lo mal que nos expresamos ya que si leemos una y otra vez no estamos satisfechos porque nos damos cuenta que ni siquiera entendemos lo que quisimos decir, pero hay que hacerlo e ir corrigiendo, ser honestos con nosotros mismos y darnos cuenta de cuáles son nuestras limitantes, donde están nuestros errores y cuáles son nuestros miedos, éste es el punto más importante porque hasta que no lo dejemos en claro no podremos seguir avanzando. En qué me equivoqué y por qué. Pero que este punto no nos angustie, va a ser el espejo donde hoy nos vemos y donde mañana nos vamos a ver distintos, no hay peor decisión que la no tomada, el error es parte del juego, no debemos tener miedo a equivocarnos porque no pasa nada, nos tragamos nuestro orgullo y lo volvemos a intentar; de los que en este momento están leyendo estas líneas ninguno ha ganado un premio Nobel, ¿entonces?
Busquemos con quien compartir nuestros pensamientos, nuestras inquietudes y saber cuáles son las de la otra persona, no se trata de buscar consejos porque estos terminan siendo lo que un peine para un calvo, con cuantas más personas interactuemos tendremos mayor oportunidad de ver que delante nuestro tenemos un sin número de opciones, de alternativas, que no nos dé pena preguntar.
Le pregunté en alguna oportunidad a un cliente que considero una persona exitosa en los negocios si realmente necesitaba de tanto, si no pensaba que a veces con menos se puede estar mejor; si ya cubriste por mucho tus necesidades económicas, para qué seguir generando más, a lo que me contestó, mira, me costó trabajo, logré una estabilidad económica más allá de lo necesario, pero hoy esto es como un juego al que le dedico mi tiempo y trato de perder lo menos posible, la clave está en aprender a jugar.
Pensando en ello, cuántos saben cómo se juega al dominó pero cuántos son los que realmente saben jugar al dominó, yo no. Cuántos saben cómo se juega al póker y cuántos saben realmente jugar al póker, la diferencia está en que estos últimos realmente saben que están jugando para ganar mientras la mayoría nos debemos conformar con pensar que es una cuestión de suerte. Pero la realidad es muy distinta, quienes saben jugar perdieron muchas partidas antes de darse cuenta lo que tenían que hacer para empezar a ganar.
Tengo más pensamientos y podría darle seguimiento a esto pero no soy dueño de una verdad absoluta, lo que estoy expresando es cuestionable pero estoy dando el primer paso al expresarlo para quienes estén de acuerdo y quienes no, puedan iluminarme para cambiar.
Tu opinión enriquece este artículo: