Podemos ver hoy qué naciones con territorios no mayor a una gran ciudad cuentan con un alto nivel económico y cultural, otras con grandes extensiones de tierra, climas variados, litorales marinos y una gran cantidad de recursos minerales viven en crisis económicas constantes con su población padeciendo carencias.
Creemos que es el destino, la mala suerte que nos persigue, es más, estamos resignados a que esa fue, es y va a ser nuestra realidad siempre, a que la solución vendrá para las nuevas generaciones, éste es el precio que pagamos por aceptar este engaño.
Hoy día nuestras naciones son manejadas como una inversión, las empresas estatales desde hace varias décadas pasaron a manos de particulares, hoy son los servicios públicos los que se privatizan, los recursos naturales ya dejaron de ser propiedad de las naciones, inclusive nuestro futuro se privatiza al ceder al sector privado los fondos de jubilación.
Los gobiernos de turno están más interesados en las inversiones que llegan en lugar del bienestar de la población, los índices de pobreza no bajan porque la pobreza se convirtió en un buen negocio para la clase política.
No se ha querido pagar el verdadero precio para salir de este estancamiento, la educación ha quedado relegada, no se hacen los esfuerzos necesarios para que el estado ofrezca una educación universal, obligatoria y de calidad, no ha sido prioridad de ningún gobierno erradicar el hambre que hoy padecen muchos hogares y que lleva al individuo al abandono, a la resignación de su triste realidad.
El espacio que no ocupa el gobierno hoy es el enclave desde donde trabaja la delincuencia organizada y el narcotráfico, es la única vía que encuentran muchos para salir de su marginación sin importar las consecuencias de sus actos, que puede perder el que nada tiene.
Pero así como existe un crimen organizado también está la delincuencia institucionalizada, los terroristas financieros que exprimen las arcas de las naciones, que corrompen los todos los sistemas para lograr el incremento de sus utilidades.
Nada es casual, se nos bombardea con malas noticias todo el día, se nos presenta un futuro apocalíptico, los miedos son parte de nuestro día a día, el pensar distinto es considerado como querer desestabilizar un orden inexistente, todo tiene que ser de acuerdo a lo que dictaminan los mercados y los organismos internacionales.
Al leer esto nos puede invadir un sentimiento depresivo pero no es así, esto es simplemente una pincelada de nuestra realidad que podemos cambiar, esto se trata de un juego del cual podemos decir ya no juego más y vivir una vida simple y sencilla o bien esforzarnos para aprender a jugarlo y cambiar las reglas.
Las herramientas están frente a nosotros, el único miedo a vencer es el de no hacerlo, es hora de sacudirnos ese letargo que ha permitido que otros decidan por uno, aprendamos a jugar este juego para ganar, esa es la clave.
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