¿Se acabó el tiempo de ocultarlo? Días atrás el Gobierno de Estados Unidos expresó su preocupación y su total disenso con el presidente Lula Da Silva (Brasil) por su defensa Nicolás Maduro: "Debemos identificar las cosas como son". Pero también días pasados el Presidente de Uruguay por segunda vez y a las claras y pese a ser censurado en el propio Brasil, dio su clara definición y postura contra las enormes irregularidades tanto de Venezuela, como las de Cuba y de Nicaragua. Por otro lado el presidente de Chile también manifestó su desaprobación a estas seudo democracias, donde la hiper corrupción de estado, la falta de democracia y la pobreza extrema tienen un círculo perverso.
El tema es que la comunidad Latina, los migrantes latinos, en general ya exigen que se acabe esta clara tiranía en estos países, incluso reflejada en los informes de ONU. Sencillamente hoy, ya no se puede obviar más que hace décadas esto ya debería haber sido revisado con profunda autocrítica. Sin embargo mientras ciertas izquierdas más coherentes como en España, Chile y ciertos gobiernos de Latinoamérica con una clara pluralidad como Uruguay exigen que está grave problema se resuelva en base a los hechos, gobiernos como los de Brasil, Argentina, Colombia, México defienden por el mero fanatismo ideológico cosas aberrantes.
Esto afecta gravemente a la economía de América. ¿Por qué?
Porque en todo el continente ya no puede existir totalitarismo y fanatismo ideológicos. Eso obstruye cualquier avance total del continente. Llegó el momento de que esto sea superado y esto significa a nivel económico, a nivel social, cultural un terrible avance, para el mundo y propiamente para todo el mercado Anglolatindo.
¿Cómo es posible que las propias organizaciones sociales de Argentina o Colombia, los gremios de Brasil o Argentina, los dirigentes de los trabajadores defiendan seudodemocracias que solo han logrado pobreza, corrupción y atraso, además de las comprobadas pérdidas de todo los tipos de libertades?.
Lo que más preocupa es que dichos gobiernos de México, Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia, ya están aplicando “cuotas” de esos mismos gobiernos totalitarios en comunas más pequeñas, en estados y en la ideologización de políticas que terminan en totalitarismos como lo son los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Estados Unidos sigue reclamando que el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se retracte de sus comentarios sobre el aval al claro debilitamiento de la democracia en Venezuela.
El principal asesor para América Latina en la Casa Blanca, Juan González, expresó su desacuerdo con las declaraciones de Lula y enfatizó la necesidad de identificar de manera precisa la situación en Venezuela. La misma o similar que hace décadas y de manera grave lleva en Cuba y ahora en Nicaragua.
La comunidad de migrantes y el periodismo libre, incluso la izquierda coherente, destacan la valentía mostrada por el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y el presidente chileno Gabriel Boric al refutar la perspectiva de Lula. Recordaron a la región los principios por los que muchos han luchado y muerto, y subrayan que las violaciones de los derechos humanos en Venezuela son una realidad grave que no se puede ignorar.
Literalmente es algo totalmente coherente, no se puede todo tergiversar ideológicamente.
Lula, después de una reunión con el dictador venezolano Nicolás Maduro en Brasil, desestimó las denuncias de violaciones de derechos humanos y declive democrático como una "narrativa" construida. Algo que en muchos informes propios de la ONU, ya se ha comprobado.
Esta declaración generó desacuerdo tanto del presidente Boric como del presidente Lacalle Pou, quienes enfatizaron la importancia de reconocer la situación de los derechos humanos en Venezuela.
La visita de Maduro a Brasil y la reanudación de las relaciones bilaterales entre ambos países se consideraron un desarrollo significativo. Sin embargo, el artículo destaca la continua atención internacional a los abusos de derechos humanos en Venezuela, con miles de personas y entidades legales presentando pruebas ante la Corte Penal Internacional como "víctimas" de crímenes de lesa humanidad.
El análisis demuestra una división de perspectivas entre los líderes latinoamericanos con respecto a la situación en Venezuela. Mientras Lula da Silva minimiza los problemas, líderes como Lacalle Pou y Boric enfatizan la gravedad de la situación de los derechos humanos. Estados Unidos, a través de su asesor Juan González, se alinea con esta última perspectiva y aboga por una evaluación realista de la situación.
Ha llegado el tiempo de una América sin fanatismos ideológicos y sin totalitarismos.