Entonces Bianchi, cuyas obras también forman parte de la muestra, los imaginó juntos, como una “comparsa díscola”, según los presentó, cuya obra se complementa para erigir “un Disney dark”.
El galerista argentino es pionero en el arte underground en Buenos Aires, una capital que sigue siendo tendencia en Arte en el mundo, y que hoy tiene circulación internacional y ha hecho exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Pérez Art Museum (entre otros), además de haber participado en las ferias internacionales más prestigiosas, como ARCO en España.
El efecto que logra Deform City Tour —otro esfuerzo de Tomás Redrado Art para posicionar a los artistas argentinos contemporáneos en el mercado estadounidense— es sólido: da la impresión de una unidad previa a la muestra, como una decisión colectiva de “recuperar opacidad y perder brillo”.
“Este grupo de artistas elige rechazar, estar disconforme”, los describió Bianchi. “Elige la fragilidad, la distorsión, el fuera de foco para generar una urdimbre estético-política que redime la condena de lo pérfido para transformarlo en bendición”. Estos creadores “extraen lo extraordinario de lo oscuro, escarban, se desvían, se desangran, se envenenan, se asumen como malditos, porque saben que en lo normal no hay nada excepcional y la normalidad es la verdadera amenaza de nuestro tiempo”.
En un mercado donde abunda el arte de la diáspora cubana, de a poco otras colectividades de artistas emergen con una presencia que aspira a ser más regular en Miami. El Bianchi concentra sus esfuerzos en “el posicionamiento estratégico” de los nacidos en su país. “En la escena del arte contemporáneo mundial veo a Argentina creciendo pero aún débil para el potencial que tenemos. Me pone muy contento la presencia en ferias como Art Basel, MACO y la Bienal de San Pablo, con muy buena obra y muy buenos artistas. Me considero un pequeño eslabón en una gran cadena de proyectos de arte argentino a nivel internacional”.
Obras en Deform City Tour:
Diego Bianchi (1969)
“Bubble Box (Magenta)” y “Obsoletown” (ambas de 2020)
Bianchi concibe la práctica artística como un espacio para el ensayo y la experimentación, donde no se dan las condiciones habituales del mundo real y es posible alterar y distorsionar lo que existe.
Maia del Estal (1993)
“Dos vacas jugando al ajedrez en Brooklyn” (2022) y “Business meeting” (2022)
Radicada en Brooklyn, Nueva York, esta pintora, poeta y performer opera sobre su experiencia emocional, su voz lírica interior y su imaginación visionaria.
Facundo Belén (1979)
“Limpieza profunda” (2018) y “Post naturaleza II” (2020)
De las obras audiovisuales a las esculturas, de las instalaciones a las performances, Belen aborda conceptos como la familia extendida, los códigos de comunicación, el marketing espiritual y la relación con bienes de consumo.
Porkería Mala (Franco Mala, 1994)
“Tercer ojo” y “Gargajo” (ambas de 2020)
Trabaja con diferentes materiales y en diferentes disciplinas: la pintura, la escultura y la performance. Aborda temas como el cuerpo, el deseo, la sexualidad y los papeles sociales.
Amparo Viau (1991)
“Jardín de Xuxu” (2022)
En gran tamaño (270 cm por 270 cm), Viau traza cuerpos (no necesariamente humanos) que narran una suerte de odisea latinoamericana, puntuada por elementos oníricos que hablan de la dualidad del odio y el amor.
Francisco Montes (1995)
“Hold me like a conversation (St. George POV)” y “Pan Butterfly and Shadow (St George)” (ambas de 2021) y “Blue summer” (2022)
Gira alrededor de la práctica del dibujo expandido
Las meditaciones de Montes se proyectan en la transparencia del poliéster y el papel de calcar para formar una enciclopedia sensible. El flirteo entre la luz, la sombra y el espacio habla del paisaje, de la historia y del olvido.
Amanda Tejo Viviani (1994)
“Como una alimaña” (2021) y “Picnic infernal” (2020)
Con pintura, objetos e instalaciones, su obra explora la incomodidad de algunos espacios y las sensibilidades que se desintegran. Con elementos prestados de géneros literarios como el terror y el fantasy, lo onírico, lo paranoico y los psicodélico dejan a su paso transfiguración y opacidad.
Carrie Bencardino (1993)
“Invocación” (2020) y “Felicidades” (2022)
Su trabajo se desarrolla principalmente en el campo de la pintura y la performance, e investiga los discursos visuales presentes en las distintas escenas que frecuenta desde una edad temprana: fiestas querer, metal underground, clubs, basura de internet, iconografía de pandillas.
Lo autobiográfico se presenta como un posible exponente de situaciones que, aisladas del contexto que justifica su existencia, nos invitan a pensar en la agitación como un modo de habitar el mundo contemporáneo.
¿Dónde?
Tomás Redrado Art, NE 2nd Ave @ NE 82nd St, Miami, +1 (305) 336-0195
Hasta el 31 de octubre