Para los analistas, ambas reducciones consecutivas son el resultado del abaratamiento de los precios de los combustibles y del gas de uso domiciliario.
El presidente, Jair Bolsonaro, impulsó una ley que redujo el impuesto que los grava y designó una nueva dirección en la empresa estatal petrolera Petrobras, que adoptó una nueva política de precios, por la cual la nafta cayó más del 10%.
¿Una muestra al pueblo para que no elija a Luna y para diferenciarse de un sistema político e ideológico similar y hermanado con el actual gobierno de Argentina? Lo cierto es que en medio de una campaña electoral, Brasil muestra una gran gestión ordenada de economía.
La disminución de los precios en Brasil convierte al país en una excepción en toda América, principalmente a nivel regional, en particular si se lo compara con Chile y Uruguay y más que nada con Argentina.
Para este año, el Banco Central de Brasil había impuesto una meta de inflación del 3,50% con un margen de tolerancia de 1,5 puntos porcentuales, aunque ya ha admitido que la misma no podrá ser cumplida.
En tal sentido, las estimaciones del consenso de economistas coinciden en que Brasil cerrará con una tasa de inflación del 6,6%, es decir medio punto por debajo del 7,1% previsto hace cuatro semanas.