Entendemos que no todas las acciones a tomar dependen de nosotros, por eso, hoy proponemos repasar algunos datos e identificar algunas acciones simples que todos podemos contribuir para resolver esta problemática mundial.
El 22 de marzo es el día que las Naciones Unidas designó para abogar por la administración sustentable del agua, y para crear conciencia. Actualmente, 1 de cada 4 personas (casi 2 billones) no tienen acceso a agua potable. Es un día donde se promueve el cambio y el activismo para resolver la crisis de escasez de agua y su saneamiento. Pero quizás solo un día para tomar conciencia y promover esto de manera mundial, quizás sea muy poco.
Realmente Marzo debería ser el MES del agua, pero incluso eso no alcanza sino todos los días, todos no actuamos valorando este bien supremo.
De acuerdo con la OMS, 1.4 millones de personas mueren cada año, y 74 millones tendrán una esperanza de vida más corta por enfermedades relacionadas a la mala calidad del agua, saneamiento e higiene. Además, se estima que la demanda de agua global incremente en un 55% para 2050, según la OECD. Estos hechos se están dando en un contexto de escasez de agua dulce, en el cual se estima un déficit global de agua del 40% para 2030, como estimó las Naciones Unidas. La falta de agua empeorará con algunos desafíos globales, incluyendo el cambio climático.
Estos eventos climáticos extremos tienen un impacto en la contaminación y disponibilidad del agua. El aumento en el nivel del mar–que a veces viene acompañado del derretimiento de nieve y glaciares como consecuencia del cambio climático–, y las inundaciones pueden contaminar el agua y la tierra, lo cual afecta el desarrollo sustentable, la biodiversidad, y el acceso a agua potable. Las sequías y los incendios forestales destruyen la vegetación y por lo tanto exacerban la erosión del suelo, que a la vez fomentan la escasez de agua y tiene un impacto en la disponibilidad de alimentos.
Muchas de las grandes industrias del mundo son cómplices de esto. Las más reconocidas por el público en este ámbito, como la minería, y la industria de extracción de gas y petróleo siguen contribuyendo al cambio climático. No obstante, otras industrias son igualmente culpables, y recién ahora los consumidores están comenzando a entender su rol en el medioambiente. Por un lado, la industria de la moda utiliza grandes cantidades de agua para producir prendas. Por ejemplo, para crear una remera de algodón convencional–no orgánico–, se utilizan unos 2500 litros de agua. Pero el problema no termina ahí. Además de su uso abusivo como recurso, durante la producción de estas prendas, el escurrimiento de agua contaminada con agroquímicos contamina ríos, la tierra, y el agua potable en general. El teñido químico genera alrededor del 20% de la contaminación industrial del agua. Las tinturas textiles generalmente son tóxicas, mutagénicas, y carcinogénicas, y son contaminantes que afectan a todo el ecosistema.
Similarmente, la producción de alimentos se ha intensificado en economías desarrolladas y en crecimiento, y en consecuencia, también se intensificaron los niveles de agroquímicos utilizados para maximizar los rendimientos de los cultivos, y aumentar significativamente la producción de ganado. Esto resulta en altas concentraciones de nutrientes, que degrada la calidad del agua y genera la eutrofización de la misma. De igual manera, el estiércol del ganado contamina el agua subterránea, los ríos y arroyos, ya que contienen altos niveles de nitrógeno y fósforo.
Los animales de granja consumen más proteína y agua de la que producen. La tierra cultivable debe ser irrigada para el cultivo que se utilizará para alimentar a ese ganado. Mantener el ganado para producir alimentos significa utilizar agua para mantener la tierra para alimentar a los animales, además del agua que estos animales consumen directamente. Un acre de tierra puede sostener la cantidad suficiente de vacas para producir aproximadamente 250 libras de carne, mientras que la misma tierra podría producir 20,000 libras de patatas y 50,000 de tomates (Arjen Y. Hoekstra y USGS). Por este motivo, según el Instituto UNESCO Para la Educación Relativa al Agua
La escasez del agua afectará de diferente manera a cada país, e impactará más significativamente a los países en desarrollo. Esto se ve condicionado por las diferencias en las obras de desarrollo, tratamiento, y rehabilitación, los costos para obtener recursos naturales, y la disponibilidad misma del agua. A nivel continental, América tiene el mayor porcentaje de los recursos de agua dulce del mundo (45%), seguido por Asia (28%), Europa (15.5%) y África (9%), según la FAO. Hay 33 países que dependen de otros para más del 50% de sus recursos hídricos renovables, incluyendo Argentina, numerosos países africanos, Bolivia, Holanda, Paraguay, Pakistán, Portugal, Uruguay, entre otros. Los países más desarrollados, como Estados Unidos, Canadá y Australia, tienen más disponibilidad de agua por persona, pero son quienes la utilizan de manera más ineficiente, ya que consumen productos que demandan grandes cantidades de agua como la carne y el azúcar, compran ropa de manera más compulsiva, y la utilizan de manera desmedida para actividades como regar el césped, duchas largas, o lavarse los dientes. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos afirma que una familia tipo americana consume más de 1135 litros de agua por día en la casa.
Como individuos contamos con el poder de la demanda que podemos utilizar para generar cambio, eligiendo a empresas que estén más involucradas en la sustentabilidad. De la misma manera, el individuo cuenta con el poder del voto. A pesar de ello, nuestra capacidad de generar cambio trae un límite: no podemos obviar el rol del gobierno y las grandes empresas en el cambio climático y en la escasez y contaminación del agua. Los gobiernos de todos los países deben promover políticas que protejan el medioambiente, demandar transparencia y eficiencia en el uso del agua a las empresas, crear legislaciones y acuerdos con el mismo fin, establecer parámetros para la huella hídrica de distintos sectores e impulsar el uso eficiente del agua, entre muchas otras.
Como podemos hacer para mejorar nuestra huella de agua:
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El foco debe estar en consumir con más criterio y cuidar más.
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Comprar menos ropa, cuidarla más, y darle una segunda vida a la que tenemos, por ejemplo.
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Tener duchas más cortas.
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No dejar correr el agua en la canilla de manera constante.
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Comer más plantas y menos carne.
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Evitar el uso de mangueras.
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Reparar pérdidas de agua en la casa.
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Utilizar plantas nativas en los jardines, y regar sólo en las horas más frías del día.
El desafío de hoy es elegir tres acciones de la lista y sostenerlas por las próximas semanas. Cuando se vuelvan un hábito, podemos incorporar otras tres, pero empecemos de menos a más. La pregunta es ¿Cómo sería cuidar el agua si fuera simple?
Desde Miami, desde infonegocios Miami y para todo anglolatina, celebramos el Mes del agua brindando con ella y disfrutando este bien tan preciado que no es ilimitado.