Los ataques de tiburones se han multiplicado en los últimos años arrojando resultados realmente aterradores. Según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones (ISAF, por sus siglas en inglés), en 2015 se registraron 98 incidentes, siendo 6 de ellos mortales y, en 2016, Estados Unidos acumuló un total de 53 casos, incluidos 10 en Hawai y 32 en las costas de Florida, el escenario principal para mordidas de tiburones.
Nathan Garrison, una víctima de estos ataques, y su padre, David Garrison, comenzaron un plan para diseñar un aparato, que no necesita baterías ni cargarse con electricidad, que pudiera proteger a los bañistas de los peligrosos tiburones gracias a los efectos disuasorios de las ondas electromagnéticas sobre estos animales.
"El ser humano ni lo siente, pero para el tiburón es muy poco placentero y son repelidos", dijo David Garrison, cofundador de Sharkbanz, la compañía que, junto con biólogos marinos, creó estos brazaletes que se vuelven cada vez más comunes en las playas de California o Florida.
Este brazalete ya ha logrado vender en los últimos dos años más de 45 mil unidades, principalmente en Estados Unidos y Australia, aunque desde el año pasado, la empresa también los comercializa en Brasil, Japón y algunos países de Europa.
El director de Desarrollo de Producto de la compañía, Davis Mersereau, afirmó que estas pulseras son un "aparato de seguridad" basado en un "fuerte imán permanente" que disuade la "curiosidad del tiburón" con unas ondas más fuertes de lo que han oído en su vida.
"No te va a herir, ni tampoco al tiburón ni a otros animales alrededor", agregó Mersereau.
Mientras tanto, Sharkbanz continúa su expansión y en los próximos meses sus brazaletes estarán ya disponible en España por medio de Amazon.