El tiempo pasó, los territorios transmarinos se empezaron a independizar, guerras, derramamiento de sangre y al final lograron su cometido.
De repente alguien encuentra unos viejos escritos donde los antiguos griegos hablaban de democracia, una forma de organización social donde la sociedad escoge a sus gobernantes -bueno, más o menos, tal vez en la traducción algo se perdió- Al principio, no fue fácil aceptar este concepto pero a lo largo del tiempo fue una forma de gobierno que adoptó la mayoría de las naciones.
Así como después de más de 200 años no sabemos qué hacer con esa independencia que se logró, pasa con la democracia, una especie de juego que decimos saber jugar sin haber leído las instrucciones.
Nos hemos limitado, algunos, a votar cada 4 o 6 años por el candidato de nuestra preferencia esperando que ese individuo solucione todas nuestras necesidades como si fuera un prestidigitador.
En este juego que mal jugamos se nos olvida que los dueños de los dados somos nosotros, también se nos olvida leer el instructivo para jugar a ganar, al final ese es el fin de todo juego, tal es así que votamos por diputados y senadores sin saber quiénes son y para qué están. No, los senadores no van a cenar al congreso; y aunque los diputados sí van a dormir al congreso esa no es la función para la que fueron electos.
Veamos la puerta de nuestro refrigerador, tenemos el teléfono de las pizzas, el de la farmacia, algunos teléfonos de emergencia pero nadie el de nuestro diputado local o nacional.
Si los diputados son nuestros representantes ante el gobierno, cómo pueden saber de nuestros reclamos si no tenemos una comunicación con ellos ¿qué hacen? nada porque nada les pedimos.
Si recordamos algo de lo que nos enseñaron en la escuela, espero que ese día no hayas faltado a clase, en un Estado democrático existe la separación de poderes, un ejecutivo, un legislativo y un judicial, cada uno con una función específica siendo el legislativo en el cual no hemos puesto la atención debida.
Hoy escuchamos hasta el cansancio de los derechos que todos tenemos pero nada de nuestras obligaciones, el de nuestro papel en este juego y aunque la clase política se empecina en que no sepamos las reglas o que no vale la pena cualquier esfuerzo que realicemos se les olvida que sin nosotros no existirían, que son simple fichas de un tablero en un juego mal jugado.
Tu opinión enriquece este artículo: