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Más del 70% de los emprendimientos registrados en diferentes regiones del mundo no logran superar los cinco años de vida, especialmente si no han contado con acompañamientos eficaces de incubadoras o aceleradoras de proyectos.
Algunas experiencias reflejan, por ejemplo, la negligencia a la hora de validar efectivamente las hipótesis básicas contempladas en programas que sueñan con convertir ideas —supuestamente innovadoras— en unicornios (empresas que alcanzan un valor de mil millones de dólares antes de cotizar en bolsa). Otras, aún más graves, evidencian la negación o subestimación de evidencias —o el desvío de la atención— cuando los datos no se ajustan a las proyecciones iniciales.
Pero, al ampliar la mirada, se identifican al menos diez estrategias “más exitosas” para que una startup fracase.
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Explorar las causas más frecuentes del fracaso emprendedor nos lleva, en muchos casos, a uno o más de los siguientes motivos:
1. La elección de un producto o servicio poco interesante, de escaso impacto o, en ocasiones, insuficientemente disruptivo, que el mercado no necesita o aún no está preparado para demandar; o por el cual los potenciales clientes no están dispuestos a pagar el precio necesario para garantizar la rentabilidad del negocio, o que ya otros competidores están adelantando con desarrollos más avanzados o más competitivos.
2. La selección de una ubicación geográfica errónea, especialmente cuando la comercialización del producto o servicio depende en parte de un flujo físico de público determinado.
3. La evaluación inadecuada del tamaño real del mercado objetivo, o de la magnitud de la ventaja competitiva o del valor diferencial efectivo frente a la competencia, incluyendo sus fortalezas y el potencial en mercados similares o sustitutivos.
4. La formulación de un plan de negocio fallido, debido a una incorrecta ponderación de factores críticos en su matriz económico-financiera —como escala del proyecto, inversiones requeridas, normas regulatorias vigentes o en estudio, modelos de monetización, canales de distribución diferenciados, retorno sobre la inversión, gestión del tiempo, flujo financiero, relación con proveedores, costo de adquisición de clientes y capacidad de crecimiento—, que termina comprometiendo la viabilidad del emprendimiento.
5. Errores en la determinación de costos, en la política de precios, en la proyección de elasticidades cruzadas o en la gestión del impacto fiscal sobre el modelo de negocio.
6. La ausencia de inversores o aceleradoras con capital de riesgo que aseguren la provisión oportuna de fondos necesarios para el desarrollo del plan estratégico, en línea con un flujo de caja sustentable y líneas de financiamiento alternativas a costos soportables.
7. Un diseño poco eficaz, creativo o penetrante del plan de marketing omnicanal, que incluya un timing adecuado para su ejecución, manejo de redes sociales, aplicaciones, branding, narrativa para generar engagement y experiencia del usuario, con herramientas que superen estrategias obsoletas de SEO, apoyadas en modelos de lenguaje extendido (LLM) con capacidad de comprensión, empatía y expresión en lenguaje humano.
8. La demora o insuficiencia en la digitalización de procesos y en el aprovechamiento de la inteligencia artificial para optimizar recursos, mejorar la productividad, implementar sistemas de control, interpretación multimodal de big data y modelaje predictivo.
9. La elección inadecuada del equipo de colaboradores, con falta de enfoque, pasión, talento, experiencia o compromiso; poca identificación con la misión, visión y valores del proyecto o del líder inspirador; o baja tolerancia a los requerimientos de creatividad, innovación, agilidad, eficiencia y profesionalismo en la gestión del emprendimiento.
10. La escasa regularidad o profundidad en el seguimiento del proceso de ejecución, presupuestos y plan de acción, que impida asegurar control, ajustes adecuados ante nuevas circunstancias y el cumplimiento riguroso de metas y plazos establecidos en el plan estratégico.
Es en el reverso de cada una de estas diez “estrategias” donde se encuentra, por supuesto, el verdadero master plan capaz de evitar “el choque de una startup”: reducir el desperdicio de tiempo, talento, dinero y esfuerzo, mediante el diseño de un emprendimiento sólidamente concebido y fuertemente apoyado en la profesionalización de la gestión del entusiasmo emprendedor. Solo así se transita con éxito el camino del pensamiento estratégico aplicado.
Pablo N. Waisberg: Pablo Waisberg@yahoo.com.ar
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