Al tratar de entender qué hay detrás de ello podemos ver que el enfoque en el combate a la corrupción tiene una falla de origen. Si vemos a los largo de la historia, encontraremos que los individuos seden ante algún tipo de tentación.
Si tomamos como válida esta idea, veremos que la corrupción no es más que un arma que utilizan los terroristas financieros que hoy están apoderándose de la mayoría de las economías.
Veamos en la historia reciente las crisis que afectaron a las economías de las naciones, tenemos el caso de Grecia, la crisis económica del 2008, recientemente el caso de Brasil.
La definición de terrorismos generalmente se asocia a temas políticos pero si consideramos que se aplica cuando una persona o grupo atenta contra el orden establecido creando un clima de terror e inseguridad en la población con la intención de lograr sus fines, aplica en lo financiero y en lo ambiental.
El terrorismo financiero es una práctica que desde hace décadas se viene aplicando por grupos económicos a nivel global para apoderarse de las economías de las naciones haciendo que los gobiernos dejen en sus manos no sólo los recursos de las naciones sino el futuro de sus habitantes.
La privatización de las empresas estatales, de los recursos naturales, de los servicios a la población, como salud, educación, seguridad social, inclusive hasta la seguridad es una práctica cotidiana.
Claro que para poder justificar estos atentados un nuevo lenguaje entró en escena. La globalización, el libre mercado, neoliberalismo. Los políticos en turno adoptan estos conceptos como si realmente los entendieran plagando sus discursos y actos cuando son esta misma clase política que está bajo sospecha.
Otra arma de estos grupos es la desinformación a la que hoy estamos expuestos, la cual justifica esos actos y esconde la verdad, recordemos que una mentira se repite tantas veces hasta que se convierte en verdad.
Lamentablemente, no veremos cambios en el futuro cercano, no es tomar una actitud derrotista sino el tratar de entender para no dejarse engañar.
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